[...]La fotografía, la escena congelada remite siempre a una situación del pasado, imposible de repetir, que determina que hemos perdido aquello que intentábamos capturar. En ese sentido, Freud ha dicho muchas veces en su obra que el analista es un conquistador.
El fotógrafo es un conquistador. En esa aventura de recortar lo real queda en la intención de congelar; de revivir un pasado imposible de replantear. El analista interpreta como un recordatorio. Y una foto es un recordatorio. Pero qué recuerda sino esa intención de que aquello que está muerto no lo esté, deje de estarlo. Que se siga sosteniendo una relación particular, una relación de estructura con el Otro que permita que ese problema de ir hacia la muerte, de ser para la muerte, no se produzca.[...]El inconsciente es amoral. La imagen es amoral. No hay forma de convertir al ojo en una buena persona. El ojo siempre es un salvaje.
El fotógrafo es un conquistador. En esa aventura de recortar lo real queda en la intención de congelar; de revivir un pasado imposible de replantear. El analista interpreta como un recordatorio. Y una foto es un recordatorio. Pero qué recuerda sino esa intención de que aquello que está muerto no lo esté, deje de estarlo. Que se siga sosteniendo una relación particular, una relación de estructura con el Otro que permita que ese problema de ir hacia la muerte, de ser para la muerte, no se produzca.[...]El inconsciente es amoral. La imagen es amoral. No hay forma de convertir al ojo en una buena persona. El ojo siempre es un salvaje.
Primeras jornadas de Fotografía, Centro Cultural Gral. San Martín, Buenos Aires, Argentina, 1988. por el Lic. Guillermo Martin, médico psicoanalista argentino. Es miembro fundador de A.E.P.A. (Asistencia y Estudios Psicológicas Argentinos).
